Carta al editor

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Jorge Islas Marroquín

Resumen

Nos complace la creciente seguridad de la cesárea y nos desalienta la increíble frecuencia con que se realiza, tanto en hospitales institucionales como privados. Recientemente el Tte. Corl. M.C. Ret. Manuel Villalobos R, en su trabajo titulado «Cesárea anterior. Una enfermedad actual» enjuició vigorosamente el mal uso y abuso de esta intervención quirúrgica y comentó su deplorable exceso. Cesáreas innecesarias se realizan en todas partes del mundo y México no es excepción.


Cuando escuchaba al doctor Villalobos recordé que, en fecha reciente, las cifras comunicadas por dos hospitales, que se llaman de «excelencia» en el Distrito Federal, indicaban que entre seis y siete de cada 10 bebés habían nacido por cesárea. En la lectura del informe, el director indicó, con gran tranquilidad, «que la incidencia (sic) no era muy alta, habida cuenta que aproximadamente la mitad tenían antecedentes de esta operación y no eran cesáreas primarias. ¡Increíble!


¡Vaya excelencia!


Es indudable que la cesárea es instrumento terapéutico de gran utilidad en la prevención del parto traumático y sus efectos deplorables en el neonato. Empero, nos resistimos a aceptar el abuso consistente en que entre seis y siete niños nazcan por vía abdominal.  Con cierto sarcasmo y fina ironía me comentaba un distinguido colega: «El crecimiento de la frecuencia de la cesárea tiene, entre otras, las siguientes tres explicaciones.



  1. Debe considerarse el aumento de los colegas dedicados al cuidado de embarazos de «alto riesgo».

  2. La intervención de los Seguros que pagan la cesárea, pero no el parto vaginal.

  3. El consejo de los autocalificados especialistas de «alto riego» que indican la cesárea para que no se lastime el bebé» ¡Hágame usted el favor!


El Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) en Atlanta, Estados Unidos, informó que en 1991 fueron realizadas 349 mil cesáreas innecesarias. Se estimó la frecuencia en 23.5% y se propusieron como meta disminuirla a 15% en el año 2000. Señalar la frecuencia porcentual ideal de la cesárea es tarea deseable pero casi imposible de satisfacer. Por otra parte, nos seguimos preguntando si se justifican estos excesos para atender un proceso fisiológico normal, designado trabajo de parto propiamente dicho.

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